viernes, 22 de abril de 2011

Mourinho, el último Napoleón

Criticado, odiado, arisco, soberbio, realista...pero un ganador. José Mourinho fue contratado como entrenador del Real Madrid para devolver al club la costumbre de conseguir títulos. En su primera temporada, de momento, ya ha conseguido uno que no se lograba desde 1993 y aguarda la Champions.

El carácter controvertido de Mourinho no es nuevo, siempre ha sido así, o se le quiere o se le detesta, desde sus inicios. En 2000, Portugal se dividía ante la arriesgada decisión del Benfica de confiar su equipo a un técnico inexperto que nunca había dirigido como primer entrenador. En ese momento, el director deportivo del Benfica, Álvaro Braga Junior, aseguraba que habían contratado al mejor entrenador del mundo...un visionario. Su idilio con España, etapa en el Barça aparte, se fraguaba al conseguir su primera victoria como entrenador, en la jornada cuarta con gol...de Carlos Marchena. Al poco tiempo, un cambio de presidente en la entidad, la llegada de Manuel Vilarinho, supone la salida de Mourinho, tan querido por la afición en poco tiempo que los adeptos irrumpieron en la rueda de prensa del presidente al grito de: ¡Mourinho, Mourinho!.

A pesar de los increibles éxitos cosechados en el Oporto, sólo a un tipo como él se le ocurriría presentarse en Londres, como nuevo entrenador del Chelsea, anunciando a la prensa inglesa que era: Un tipo especial (The Special One). Allí sus enfrentamientos con la grada rival o Ferguson fueron habituales, se quejaba de calendario, árbitros y todo tipo de injusticias que, desde su punto de vista, sufría su equipo.

En Italia tampoco cambió, sancionado por imitar estar esposado en el banquillo ante la disciplina del colegiado, mandando callar a la afición rival y recordando a los periodistas que su eterno rival, el Milan, iba a conseguir cero títulos esa temporada. Resucitó a un desterrado Wesley Sneijder hasta convertirlo en uno de los mejores mediocentros del panorama europeo y enseñó a jugadores como Diego Milito o Samuel Eto'o que hacer goles no era su única función.

Tras ganarlo todo llegó a Madrid y, como no podía ser de otra forma, ha seguido siendo fiel a su estilo. Su personalidad directa, cruel y sin 'medias tintas' ha calado entre la afición merengue que ve en él a un líder que lucha por los suyos hasta las últimas consecuencias. Por si fuera poco, en los dos partidos ante el Barça de esta semana, ha vuelto a demostrar que es un estratega excelente. Redescubrió a Pepe como pivote defensivo para presionar y no dejar tiempo de reacción a Xavi o Messi, jugó sin un delantero centro nato para dificultar la labor de los centrales blaugranas y apostó por las bandas para ensanchar el campo y jugar a la contra.

Mourinho es práctico e inteligente, con el carisma de aquellos generales de siglos pasados que ganaban batallas y conquistaban imperios gracias a su talento y el apoyo incondicional de sus fieles. No sabemos las consecuencias a nivel estructural que dejará cuando se marche pero, de momento, eso no preocupa a la aficion que se divierte en Cibeles y sueña con la Décima.

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